¡Ya has superado dos terceras partes de tu embarazo!
En este último trimestre tu hij@ tiene todos sus órganos formados, pero no todos igual de desarrollados.
Sigue trabajando en ello y se encarga de crecer y cubrirse de grasa que le protegerá del frío cuando deje tu cuerpo.
En los últimos tres meses de embarazo, tu bebé tiene una misión primordial: prepararse para nacer.
Gana peso y perfecciona algunos reflejos imprescindibles para la vida fuera del útero, como succionar, tragar, agarrar…
Tiene casi todos sus órganos formados. Ahora su peso se triplicará y su longitud se multiplicará por dos.
El bebé acumula proteína para producir músculos y otros tejidos, calcio para desarrollar sus huesos y una gruesa capa de grasa que le cubre y le ayudará a mantenerse caliente.
Tu bebé semana a semana:
Peso: Pasa de 1.1 a 3 kilogramos aproximadamente al final del noveno mes.
Tamaño: Crece de 35 a 50 centímetros aproximadamente al final del noveno mes.
La recta final es una etapa de “detalles” en el desarrollo de tu bebé. Ya la mayoría de sus órganos funcionan y tu pequeño se enfoca más bien en prepararse para el nacimiento.
Cuando llegas a la semana 28, tu bebé ya está empezando a adquirir la postura adecuada para nacer (de cabeza).
En la semana 29 se sospecha que tu bebé sueña, pues cuando duerme se perciben movimientos oculares rápidos, también conocidos como la fase REM del sueño (fase de sueño profundo).
Para la semana 30 gracias a que el cerebro de tu bebé ya tiene la habilidad de controlar su temperatura corporal, comenzará a deshacerse del lanugo (un fino vello corporal que cubría en un inicio todo su cuerpo.
Llega la semana 31 y sus movimientos resultarán más incómodos porque ya casi no cabe en tu útero. Su agarre tiene la fuerza necesaria y podría ya sujetar un dedo tuyo.
Para el final del séptimo mes, tu bebé es del tamaño de una lechuga.
En la semana 32, se cree que tu bebé desarrolla su primer recuerdo. Sus uñas ya están muy crecidas, por lo que deberás cortárselas al poco tiempo de nacido.
Llegada la semana 33 las patadas y codazos se sienten más secos, porque ya no hay tanto líquido amniótico que amortigüe los golpes. Cuando está despierto, tiene los ojos abiertos todo el tiempo. A la semana 34 ya sobrepasa los dos kilos de peso, y en parte se relaciona a que conforme se acerca el parto, la capa de vérnix (una capa de lubricante de su piel) es cada vez más gruesa.
En la semana 35 le transferirás los anticuerpos que lo protegerán hasta que reciba sus primeras vacunas contra enfermedades como el sarampión y las paperas. Cada vez perfecciona más el movimiento de sus pulmones para que pueda respirar por sí mismo al nacer.
Al término del octavo mes, tu bebé es del tamaño de una piña.
En la semana 36 su cabeza aún es blanda para facilitar la expulsión por el canal de parto, así como el resto de sus huesos. Ronda los 50 centímetros de largo.
Un bebé que nace un poco antes de la semana 37 es considerado prematuro, pero gracias a que su desarrollo está bastante avanzado, es capaz de sobrevivir y prosperar con poca asistencia médica (en tanto no haya otras complicaciones).
En la semana 37 tu bebé ha llegado a término y sabe que se acerca la hora del parto, por lo que en cualquier momento colocará su cabecita en el cuello del útero, listo para salir.
Llega la semana 38 y faltan los últimos detalles, como una mayor producción de surfactante pulmonar, que hará que sus pulmones no se peguen cuando respire por primera vez y pueda oxigenar todo su cuerpo por si mismo.
En la semana 39 su tamaño y peso ya no cambiarán mucho, sus pulmones terminan de desarrollarse, aunque todavía necesitan el llanto al nacer para entrar en funcionamiento. La actividad en el cerebro aumenta, mientras se forman sus diferentes regiones y continúa creciendo. Los huesos se endurecen, con la excepción del cráneo, que permanece blando para facilitar el parto.
Durante la semana 40 tu bebé está esperando el momento indicado para conocerte, y en lo que eso pasa le está creciendo más el cabello y se está deshaciendo de un poco del vérnix que lo cubre.
Cuando tu bebé está listo para nacer inicia su descenso hacia el canal del parto. Se coloca con la cabeza hacia abajo y hace presión para dilatar el cuello de tu útero.
Para el final del noveno mes, tu bebé es del tamaño de una sandía grande.
¿Qué pruebas te realizarán en el tercer trimestre?
Finaliza tu embarazo y lo hace con el mismo nivel de control con el que se ha desarrollado hasta el momento. En los otros dos trimestres ya se han evaluado los riesgos de enfermedades en el feto, ahora sobre todo hay que confirmar que no se pone en peligro su bienestar. Y cuidar que tú no contraigas ninguna de las enfermedades relacionadas con la gestación, como la diabetes o la preeclampsia. Por eso, sigue siendo imprescindible la toma de la presión. Antes del parto, podrán realizarte otra serie de pruebas: amnioscopia (en casos muy especiales), análisis de sangre y orina, cultivo vaginal, ecografía (ultrasonido) del tercer trimestre, ecografía doppler, estudio preanestésico y monitoreo fetal. Se explican a continuación.
1) Amnioscopia: Con un instrumento llamado amnioscopio, que se introduce por la vagina, se puede ver el color del líquido amniótico. Normalmente, es una prueba complementaria a la monitorización fetal, cuando en ella se observa algún grado de pérdida de bienestar fetal. Si además del registro se observa que el líquido se ha teñido de color verdoso, implica que el feto en algún momento ha podido tener pérdida de bienestar porque ha expulsado el meconio (su primera evacuación). Entonces se procede a inducir el parto o a realizar una cesárea. Esta prueba se realiza a partir de la semana 37 de gestación, y siempre que exista cierta dilatación en el cuello del útero de la madre.
2) Análisis de sangre y orina: En el análisis de sangre y orina del último trimestre, se pide un hemograma completo (también conocida como «biometria hemática») . Se descarta anemia y se comprueba la correcta coagulación sanguínea. Si la paciente no es inmune a la toxoplasmosis, se pide una prueba para descartar infección reciente. En cuanto a la orina, se revisa para controlar el nivel de proteínas, de glucosa y detectar infecciones. Las pruebas de coagulación sirven para saber la capacidad de tu sangre para cerrar una herida. Ten en cuenta que cuando se desprende la placenta de la pared uterina se produce una herida que debe cicatrizar pronto para que la madre no pierda mucha sangre. Es importante tener datos sobre la coagulación por si hubiera que realizar una cesárea y para estar preparado ante una eventual hemorragia postparto.
3) Cultivo vaginal: Mediante una torunda de algodón se extrae una muestra de exudado vaginal para su cultivo en el laboratorio de microbiología. A veces, también se toma una muestra del recto. Una muestra de este material detecta la presencia de estreptococos del grupo B. Si se encuentran en el cultivo, la madre tiene que ser tratada al comenzar la dilatación o cuando rompe fuente, para evitar una posible infección en el recién nacido al atravesar el canal de parto. En el momento del parto se administraría a la madre penicilina, en dos dosis, con un intervalo de tiempo de cuatro horas entre ellas. El cultivo vaginal es una prueba rutinaria que se hace a todas las embarazadas. La presencia de estreptococos del grupo B no suele ser detectada por la madre, ya que no va a tener ningún tipo de sintomatología. Se suele realizar unas semanas antes de la fecha probable de parto (35-37), para asegurarse los resultados antes del parto.
4) Ecografía del tercer trimestre: Como en las ecografías anteriores, del primer y segundo trimestre, el especialista revisará minuciosamente el estado del feto y va a revisar cómo se encuentra el cordón umbilical. Suele hacerse por vía abdominal, pero se realiza vaginalmente para evaluar el acortamiento del cuello del útero (lo que implicaría un riego elevado de parto prematuro), para valorar algunas patologías del sistema nervioso central del feto y en el caso de que haya placenta baja para determinar si el parto puede ser vaginal o, por el contrario, hay que hacer una cesárea. Tras nueve meses de embarazo, algunas de las estructuras que han dado soporte vital al feto pueden empezar a fallar (aunque, afortunadamente, no sucede en la mayoría de los embarazos), por eso los datos que ofrece esta ecografía son muy necesarios. Esta prueba se realiza a todas las embarazadas habitualmente entre las semanas 32-34. En el caso de que se encuentre alguna anomalía, los médicos pueden tomar la decisión de adelantar el nacimiento del bebé o de mantener el embarazo, pero realizando controles mucho más seguidos.
5) Ecografía Doppler: Permite detectar la presencia de flujo en un vaso sanguíneo, analizarlo, valorar su velocidad y determinar si hay obstrucciones en las venas o arterias, para, de este modo, prevenir daños mayores. Incluso se puede estudiar la arteria del útero, el cordón umbilical y el corazón del feto. Ofrece una importante información en el diagnóstico de embarazos ectópicos (embarazos fuera de la matriz), malformaciones fetales, alteraciones de flujo placentario o falta de oxígeno por un deficiente suministro sanguíneo a los tejidos del feto. Permite detectar si el cordón umbilical se encuentra rodeando el cuello del bebé. Se hace a todas las gestantes con un embarazo de riesgo o cuando en la ecografía normal se detecta algún problema cardíaco en el bebé. Este estudio puede realizarse desde el primer o segundo trimestre en embarazos de riesgo, o en los que se sospecha que la placenta no funciona bien o que el paso de la sangre por el cordón umbilical o en el sistema circulatorio del bebé no es el adecuado, aunque lo habitual es que se lleve a cabo en el tercer trimestre, coincidiendo con la última ecografía.
6) Estudio preanestésico: Dar a luz con anestesia epidural se ha convertido ya en algunos hospitales en una rutina. Aunque no presenta contratiempos, en algunas pacientes es necesario hacer un estudio preanestésico en el que se valorará el estado de salud de la embarazada, para constatar que no existe ninguna contraindicación para la realización de la técnica. Esta debe realizarse teniendo el historial médico de la embarazada (análisis) que contenga el hemograma y las pruebas de coagulación, las cuales se deben realizar en el tercer trimestre, es decir, uno o dos meses antes de la fecha probable de parto. En algunas circunstancias (como pacientes con hipertensión o con problemas cardiacos) se realiza un electrocardiograma para valorar el estado de salud del corazón materno. La gran mayoría de las veces, este estudio puede realizarse al momento del ingreso a la sala de labor cuando se inicia el trabajo de parto y su realización corre a cuenta del anestesiólogo.
7) Monitoreo fetal (Prueba sin stress o con stress de contracciones, PSS, PTC): Sirve para controlar el estado de salud del bebé mediante el registro de la variación cardíaca del feto y de las contracciones maternas. Con el monitor externo se fijan dos dispositivos (transductores) al abdomen de la madre (como 2 cinturones), que son los que van a realizar los registros, que irán reflejándose en una gráfica sobre un rollo de papel continuo para después ser analizados por el ginecólogo. Uno registra el latido cardíaco fetal y el otro, las contracciones uterinas. Dura aproximadamente de 20 a 40 minutos y los valores obtenidos por los dos sensores se registran en el monitor fetal o cardiotocógrafo.
Valoración del bienestar fetal: Si la gráfica que muestra el monitor en el papel aparece como con forma de serrucho ,es un signo de bienestar. Cuando el bebé tiene pérdida de bienestar fetal, es decir, recibe poco oxígeno durante mucho tiempo, puede nacer con un daño permanente en su sistema nervioso central o poner en peligro su vida. La monitorización (tanto en embarazo como al momento del trabajo de parto) nos ayuda en el control de la situación y poder actuar en consecuencia si hay modificaciones en ese patrón. También nos permite saber si las contracciones del útero tienen la suficiente intensidad y regularidad para que el parto se desarrolle sin contratiempos. Mide también su duración. Esta prueba se realiza como mínimo una vez cumplida la semana 40 de gestación. Pero dependiendo de la situación de riesgo, puede adelantarse y multiplicarse el número de veces que sea necesario.
¿Qué ocurre en tu cuerpo durante el tercer trimestre?
El tercer trimestre, que va de la semana 28-40, es un periodo en el que tu bebé se prepara para nacer y crece rápidamente. Tu estado de ánimo puede ser algo caótico: tendrás días alegres y otros horribles, porque el pensamiento del parto te provocará al mismo tiempo ansiedad y alegría.
Estás en la última etapa del embarazo, y se nota. No solo por tu panza: se acumulan otra serie de cambios en tu organismo. Vuelven los altibajos emocionales y la pesadez viene acompañada de insomnio, malestar digestivo, hinchazón de pies o sorpresas como pérdidas de calostro por tus pechos.
La anemia es un problema frecuente en la gestación: el organismo materno debe «fabricar» sangre, lo que conlleva una caída en sus niveles de hierro. Se ha comprobado que esta es la causa de un trastorno frecuente del sueño en mujeres: el síndrome de las piernas inquietas (SPI). A medida que llega la noche y la mujer se acuesta, siente la necesidad de mover sus piernas de rodillas hacia abajo y se producen pequeños espasmos durante horas. Necesita cambiar de posición, masajear las piernas, levantarse, caminar… Las investigaciones apuntan a que el origen está en el funcionamiento de la dopamina, una sustancia del sistema nervioso encargada de la regulación del movimiento, que precisa del hierro para funcionar correctamente. La mujer suele notar los primeros síntomas en el tercer trimestre de su primer embarazo, y en los siguientes, incluso antes. La solución pasa por aumentar el aporte de hierro y realizar ejercicio suave por la tarde.
Otro malestar muy común en esta etapa, es la dificultad para respirar. La presión del útero sobre el diafragma (el músculo que mueve los pulmones) puede hacer que sientas que te falta el aliento. Tu corazón va más de prisa y las palpitaciones esporádicas son la reacción normal del cuerpo para satisfacer las necesidades que le plantea el bebé y el volumen extra de circulación.
Para, relájate, sube los brazos por encima de la cabeza y respira lenta y profundamente. En definitiva, escucha a tu cuerpo.
A medida que tu panza crece, el peso recae sobre los ligamentos y las articulaciones, y tu centro de gravedad se desplaza.
Muchas mujeres sufren dolor de espalda. Es lógico, tu cuerpo y musculatura sufren cambios. Sin embargo, el aumento de la hormona relaxina durante el embarazo, hace las articulaciones y los ligamentos más elásticos para favorecer el paso del bebé por el canal del parto. Como contrapartida, esas articulaciones que deberían estar fijas se vuelven móviles, provocando dolor.
Otro malestar es el «dolor de ciática»; a menudo la mujer embarazada nota un dolor que empieza en la parte baja de la espalda, baja por el glúteo y recorre parte del muslo. La causa es el espasmo o la sobrecarga del músculo piramidal o piriforme, que se sitúa en la región glútea debido al cambio de postura corporal y la forma de caminar que adquiere la mujer embarazada.
Como ocurría en el primer trimestre, y después del descanso del segundo, te ves obligada de nuevo a ir constantemente al baño para orinar. Tu bebé está colocado en la parte baja del útero y presiona, o con su cabeza y sus nalgas, tu vejiga, que cada vez puede almacenar menor cantidad de orina. En esta etapa es probable que sufras nicturia, es decir, que tengas que levantarte de la cama más de una vez por la noche para hacer pis. Además, las hormonas y el aumento del volumen de la circulación afectan al control de la vejiga.
Entre las molestias digestivas que ocasiona el embarazo, el ardor de estómago es especialmente propio del tercer trimestre. Alguna mujeres lo sufren desde el principio, pero lo más frecuente es que aparezcan es este momento en el que el tamaño del útero ha desplazado el estómago hacia arriba y el cardias (la válvula que se encuentra entre el estómago y el esófago) ha perdido tono. Esto propicia la regurgitación de los jugos gástricos hacia el esófago, cuyo recubrimiento no está preparado para su acidez.
Probablemente si has sufrido estreñimiento en los otros dos trimestres, en esta etapa el problema continúe o se acentúe. Te recomendamos llevar una alimentación sana a base de frutas y verduras, además evitar alimentos ácidos o irritantes; no dejar pasar más de 5 horas sin alimento, ya que esto provocará que el malestar persista.
Las contracciones de parto son las señales inequívocas de que llegó el momento.
Sólo queda prepararte para estar lista cuando llegue el momento para el parto.
Te deseamos mucha suerte y ¡felicidades!
Te invitamos a que veas la sección de «¿Qué debo llevar al Hospital para el nacimiento de mi bebé?»
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