¿Amas las mariposas revoloteándote en el estómago, el sudor en las manos, la adrenalina por todo tu cuerpo cuando suena tu celular?
¡Claro, estás enamorada!
Estar enamorada es una maravilla, la vida se te pinta de colores sonríes hasta cuando estás dormida, nada te parece difícil, los ojos te brillan y te sientes plena.
Claro que por cada mujer maravillosa hay un hombre igual en el mundo, pero a diferencia del planeta de Disney, los príncipes de carne y hueso no son románticos, caballerosos y sonrientes el 100% del tiempo. Y una noticia: nosotras tampoco somos unas princesas encantadoras, delicadas y femeninas las 24 horas, sino mujeres reales con complicaciones, ideas fijas y situaciones hormonales.
El enamoramiento es únicamente una etapa maravillosa, aunque pasajera, como la infancia que tarde o temprano hay que dejar atrás para pasar a otros escenarios, ¿Para qué? ¡Pues para amar!
¿Y qué es amar? Enamorarse en definitiva no es amar, sin embargo es el paso previo para lograrlo. El camino hacia el amor suele iniciarse con una atracción física seguida por una atracción personal y ambas se potencian cuando les ocurre a las dos personas involucradas.
El enamoramiento está lleno de emociones, de intensos deseos de contacto físico e intimidad, de temor al rechazo, pérdida de concentración, nerviosismo, sensibilidad ante los deseos y necesidades del otro e idealización de la pareja.
El siguiente paso llega cuando ambos empiezan a descubrir que el otro no es perfecto ni la persona más maravillosa del mundo. Empezamos a amar cuando dejamos de estar enamorados.
El amor requiere de tiempo para conocer a la otra persona con todo y sus defectos y aceptarla tal y como es. No se puede decir que se ama a alguien sin asumirlo por completo. El amor de hecho es una decisión consiente, claro que intervienen muchos factores al inicio, pero tu decides a quién vas a amar, pues este sentimiento nace a partir de la convivencia, de dar y recibir, de tener intereses mutuos y sueños compartidos.
Una relación de amor maduro es un espacio donde, además de las mariposas en el estómago, el brillo en la mirada y demás reacciones intoxicantes por cupido, las dos personas se sienten apoyadas y sobre todo amadas. Así disfruta al máximo esta etapa del enamoramiento, pero también atrévete a abrirle las puertas al verdadero amor, ¡vale la pena!
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